miércoles, abril 05, 2006

Yo no sé de lo cierto

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.
de Jaime Sabines De alguna manera, tendré que olvidarte por mucho que quiera no es fácil ya sabes... pero sabes que lo intento hora a hora

domingo, marzo 19, 2006

Mujer que espera la agonía

Estas sentada frente a mí, impasible al conocimiento de los días que vendrán, con tu gesto victimario que parece olvidar que la mayor desdicha no la llevas tú, sino el hijo de tu vientre. Pero no cejas en inmutabilidad, tranquila tomas una revista, le deas un paseo a la vista por la galería de sucesos ajenos a tu vida. Yo no puedo dejar de mirarte, hay algo en tu cuerpo que me clava la mirada y me ata al castigo de tener que verte, y no levantarme de mi silla para olvidarte. De repente parece quebrarse tu expresión inerte de gestos, miras el reloj dos veces, te consume la duda, los minutos, las horas. Pero el médico no llega y él tampoco. Te miro y te comparo, el destino nos hizo tan semejantes, tanto que hace diez meses nos puso a recorrer los mismos caminos y no contento con eso hoy nos sentó frente a frente. Cabellos oscuramente negros hasta el nacimiento de los hombros, algunos mechones cortos desprolijos, que noto que luchas tanto como yo al acomodarlos por las mañanas (me pregunto si él sabra todo esto). Te miro las facciones: pómulos altos, nariz suavemente respingada (todavía recuerdo cuando él me decía ñata para verme rabiar), trigueña, pestañas cortas. No puedo distinguir entre tus rasgos y los míos, es casi una burla genética. Seguís allí, ajena a mi s juicios, mis crímenes y a las condenas, sólo cambiaste tu mano derecha que rozaba tu falda para acariciar la espera de tu vientre. Seguramente no podes entender porque te miro tanto. Ahora soy yo quien mira la hora, que no pasa cada sesenta minutos, sino cada noventa. Y el doctor no viene, y la secretaria del consultorio atiende llamados, mira agendas, anota nombres y de a ratos hasta simula estar sumamente ocupada (¿querrá que le aumenten el sueldo?). no debo impacientarme, delante de mí todavía hay una paciente. Por un momento me distraigo, ante el calor concentrado, la eficiente secretaria corre las cortinas y abre las ventanas, entra un suspiro de viento fresco y ya me siento mejor. Cuando vuelco la mirada tengo un cuadro familiar ante mí. Él llegó y está a su lado, parece que aún no me vio, o al menos simula bien no haberlo hecho. En mi seno materno se agitan las aguas, no sé por cuanto tiempo dura el balance de Tiago. Creo que percibe a su padre, lo ve tan cerca que se revuelve en sí mismo para abrazarlo tanto como yo lo hice en otros tiempos. Mis dos manos no alcanzan para detenerlo en sus saltos, mi pulso sube al compás del maremoto interno. Su padre ya me vio y observa de reojo en silencio, cada rol queda encasillado en lo que debe ser. Ella y él, Tiago y mi agonía. La ropa holgada se me ajusta al cuerpo, y siento que los pequeños cien días de vida de mi hijo crecen hasta casi la hora del parto, pero es sólo imaginación mía. Ella lo tiene de la mano a él, con recelo, a esa mujer desconocida que lo tuvo tantas noches como ella lo tuvo durante el día. Ella lo descubrió enamorado de otra boca y lo calló por algún tiempo. Dejo que las fichas del rompecabezas cayeran y se acomodaran solas. Fingió olvidos y distracciones a las tardanzas de él, hasta a sus ausencias. Ella sí sabia ser una mujer comprensiva. Fue así hasta que estuvo segura de la existencia de ese hijo, se lo dijo en un silencio de la mañana mientras le hablaba de un perdón no pronunciado a las infidelidades de él, pero con la convicción de creer en un futuro juntos, por el sólo hecho de haber hecho carne el amor entre ellos. Seguí en silencio atenta a las manos de él, tan cercanas al cuerpo de ella, sin embargo veía su mirada inquilina en la escena. Ella no sabía de la agonía que sufriría cuando descubriera que habían sido inútiles sus argucias. Pero Tiago y yo sabíamos todo, de la noche en que él llego lloroso de saber un sueño roto, arrepentido de no haber revelado todo a tiempo. Sería padre, él, nunca negaría que en ese hijo corrían sus ancestros; pero sólo eso y tanto, es eso. No podía ofrecerle mas y por remordimiento de su cobardía se prometió estar junto a ella solo hasta que el niño naciera. No dejo de mirarlos un segundo mientras pienso: ¿cómo podría yo revelarle todo a ella? Si él nació en mí, como un prodigio del amor, un cariño maduro, responsable, que yo mantuve escondido sólo para que ella asumiera el final lentamente. Pero mujer, yo estoy enamorada y él también, los amores cobardes se mueren solitarios. Quizá por eso tengo el valor y el descaro de mirarte a los ojos para morir en un taciturno silencio.
Escrito y publicado allá por el año 2000
*Mencion especial 1° Bienal de la FAcultad de Ciencias Económicas "ECO EN ARTE"

domingo, marzo 12, 2006

DESIGNIO

DÍA 1 Vuelvo a retomar las letras, mi memoria dice que hace mucho mas de diez años no llevo un diario, no podría creer el tiempo que pude estar sin él, hoy se me hace imprescindible. Él ha vuelto a aparecer en las noches, con mas nitidez que en mi juventud inexperta ahora puedo comprender sus palabras. Al fin la respuesta preciada, la cura al tratamiento, el adiós a las pastillas, un hasta nunca a mi psiquiatra. Aquélla culpa eterna, las insomnes noches emparchadas de somníferos, no seré crucificada, con tan solo mover algunas piezas mejorando los detalles puedo cambiarlo todo. Ayer temprano llevé a Pelusa al veterinario, aproveché la ocasión para robarme el frasquito. “Nueva fórmula saborizada” reza un eslogan junto a la marca. Espero que sepa delicioso, estaría mal arruinar el guiso, y el efecto es inmediato asegura el prospecto; aunque sé que no lo notaron. Mis pobrecitos descamisados, siempre con el hambre al cuello, jamás notarían una diferencia. DÍA 2 Anoche mientras hablaba con algunas de las mujeres, pude comprobar que estaba haciendo efecto. Pronto ampliaré las dosis, y aunque me tome tiempo, sé que en el futuro cosecharé mi siembra. O lo que es mejor, ya no habrá mas que cosechar. A él no lo vi, eso no me preocupa, estoy llevando a cabo cada una de sus instrucciones. Me invade una plenitud veinteañera, ayer tomé un gramo menos de valium. DÍA 3 Él me habló nuevamente, étereo su aparición fue solo a efectos de darme mas instrucciones, lo estaba haciendo bien, solo que debería ampliar el campo. Afortunadamente hoy ya no me hicieron preguntas en la cocina, al ver el comedor mas lleno que nunca, hasta el cura vino a felicitarme. Tuve que robar otro frasquito, quisiera comprarlos pero solo llevaria a cuestionamientos que no deseo escuchar. DÍA 4 Esta tarde me llamó el Dr. Kierger, me comentó que últimamente tenia mas concurrencia en la guardia de la salita, creo que quiso decir algo con respecto a mis comidas, pero no se hizo valor para hablarlo. Desde el comienzo de mi misión, las cantidades de indigentes al comedor, subió en un 100%, no es vanidad. Siento que es un buen designio, el Señor me llamó a cumplir mi obra material en la Tierra, yo solo soy un instrumento. DIA 5 Anoche mezclé el frasquito con la pimienta y la sal, dejé las instrucciones a Marta para el guisado que iba a preparar. Las cantidades escasean, asi que decidí tomar la noche libre para pegarme una vuelta por el hospital escuela de Veterinaria, Pelusa estaba nuevamente enferma, y yo necesitaba mas frasquitos. Él se apareció con mas nitidez que ayer, con temor levanté mi cara a verlo, tan solo por unos segundos, aunque el calor de su cuerpo me impidió acercarme, logré ver su espesa barba. Después concilié el sueño soñando con su rostro oculto, y dormí como angelito. DIA 6 Esta mañana llamé a viejas compañeras de Caritas, era necesario ampliar el área de trabajo, les llevé algunas recetas junto con mis condimentos naturales, para poder lograrlo mas rápido. Haz de mi un instrumento de tu paz, resonaba en mi mente como latiguillo. Hoy al salir del comedor en el horario nocturno, pude hablar con una de las mujeres, me contó que el médico diagnosticó a su marido infertilidad irreversible, al fin sabria que el quinto hijo nunca llegaría, dijo con un dejo de alivio en su sonrisa desdentada. DÍA 7 Él cumplió su promesa, pude dejar el tratamiento y olvidar aquellos indeseables medicos insinuando que sufría alucinaciones. Anoche pude tocarlo y saber de que esta hecha mi fé, su calor casi me quema, su voz ronca cegó mis ojos. Satanás es el señor que guia mis pasos.
Junio 2005

viaje

El bondi. El viaje matutino. La fiesta a punto de empezar, sólo para aquéllos que pueden ver claro a través del cansancio matinal, ahí está la fiesta.
El bondi que se cambió de camino, y toda la locura de la fiesta que canta la chamarrita del chamán.
Como un carnaval, donde todos olvidamos que somos en el día a día, esa mañana de trajes y almohadas trasnochadas.
Fuimos otros en un autosecuestro barato, un cambio de chispa en tu mirada. ¿Serían las ganas de besarte que lo provoca?

sábado, marzo 11, 2006

De Oliverio

G
¡TODO ERA AMOR!¡Todo era amor... amor! No había nada más que amor. En todas partes se encontraba amor. No se podía hablar más que de amor. Amor pasado por agua, a la vainilla,amor al portador, amor a plazos. Amor analizable, analizado. Amor ultramarino.Amor ecuestre. Amor de cartón piedra, amor con leche...lleno de prevenciones, de preventivos; lleno de cortocircuitos, de cortapisas. Amor con una gran M, con una M mayúscula,chorreado de merengue,cubierto de flores blancas... Amor espermatozoico, esperantista. Amor desinfectado, amor untuoso... Amor con sus accesorios, con sus repuestos;con sus faltas de puntualidad, de ortografía; con sus interrupciones cardíacas y telefónicas. Amor que incendia el corazón de los orangutanes,de los bomberos. Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,que arranca los botones de los botines, que se alimenta de encelo y de ensalada. Amor impostergable y amor impuesto. Amor incandescente y amor incauto. Amor indeformable. Amor desnudo.Amor amor que es, simplemente, amor. Amor y amor... ¡y nada más que amor! Gracias Oliverio por tu maestría.